El ambiente estaba cargado de salaz complicidad e impregnado del ventajoso anonimato de la muchedumbre, un complot pasional se sazonaba a gusto y beneficio de los amantes que, ante la vista de todos los invitados no eran nada, pero, a solas, eran todo.
Desnudo, sobre una cama que no era suya, con el alma zarandeada y el cuerpo exhausto tras un furtivo encuentro de pasión salvaje, observaba, aletargado,